sábado, 5 de julio de 2014

Ya está suelto.



El zorrillo es un auténtico luchador. Las fracturas que tenía eran importantes, también tenía heridas abiertas, estaba lleno de parásitos (tanto externos como internos), padecía de dermatitis; el panorama no era alentador y aconsejaron sacrificarlo. Pero hubo una persona (Pedro) que se empeñó en que podía salir adelante. Gracias a “Peludos” fue atendido por una veterinaria que le curó las heridas. A partir de ahí comenzaba una lenta recuperación (que la mayoría creíamos imposible).
Se desparasitó y diariamente se le administraron antibióticos y desinfectaron las heridas. Además, también diariamente, era necesario ir a echarle de comer y de beber. El animal se recuperaba a ojos vista y cada vez era más complicado cogerlo para curarlo. En los dos vídeos de la entrada anterior se aprecia como, a pesar de las importantes fracturas, era capaz de saltar.

Al cabo de 45 días empezamos a suministrarle solo presa viva para que él la cazara. Y ¡vaya si la cazaba! Estaba listo para ser soltado. Y ya está campeando libremente (esperamos)
¿Qué hemos recuperado y soltado un zorro, con lo dañinos que son estos bichos? Bueno, es cuestión de conocer cómo funciona la naturaleza y dejarse de prejuicios y de opiniones escasa o nada fundamentadas.

Entre los venadores, el raposo suele tener muy mala prensa. Según ellos, cuando se presenta, un recibimiento a tiros es lo que corresponde. El cazador considera al zorro su enemigo ancestral. ¿Motivos? Les roba las perdices y los gazapos y atenta, por tanto, contra sus gratas horas de esparcimiento. La enemiga cazador-zorro responde a una vieja tradición. Son como dos perros disputándose el mismo hueso. Y hasta tal extremo llega esto, que allí donde no hay perdiz o la perdiz escasea, la responsabilidad caerá sobre el zorro… Esta actitud no deja de ser ingenua ya que salvo en los casos de una proliferación desmedida, no es pensable que el zorro pueda, por sí solo, descartar las perdices de un término… Empero la leyenda –cuanto más truculenta, mejor- influye y, pese a nuestra convicción de que el raposo no pasa de ser un eslabón más de la cadena ecológica, entre cazador y raposo existe un desafío latente, una enemiga inconciliable que se transmite de generación en generación.
Miguel Delibes
Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo. 1977

pln